La paradoja del packaging

Cuando menos es más.

Aunque esto suene muy metafísico, en realidad es algo que todos tenemos en la cabeza.

A la hora de hacer una compra de un producto, el primer impacto nos llega por la vista.

Los expertos en marketing lo saben bien, y juegan con ello.

No es lo mismo una docena de huevos a granel en una bolsa de plástico que en una de papel Kraft, en un cartón de huevos clásico, o en uno con tapa plástica transparente y retractilado, que te deja ver cómo son los huevos. ¿No es lo mismo?

En realidad, los huevos son los mismos. Igual de tamaño, color, de calidad, y propiedades. El envase, que siempre tiene al menos una doble finalidad, los protege y por ello es básico, y por otro los “adorna” y se convierte por un lado en un arma de venta y por otro en un artículo innecesario. Muchas veces y por esto mismo, acaba siendo dañino.

Afortunadamente se va desarrollando una conciencia general al respecto, a pesar de que la inercia es tremendamente poderosa.

Economía circular
La economía circular. Todo fluye.

LA ECONOMIA CIRCULAR EN EL PACKAGING

Vestir lo que se vende se ha convertido en un arte, y lograr que se cierre el círculo desde la producción del envase y embalaje es un trabajo ingente que debe hacerse a conciencia. Cada pequeño paso es importante.

Lograr que el producto se mantenga perfecto y conserve sus características sin excederse es la clave de la eficiencia.

Si sobra grosor en el plástico / vidrio / cartón o sea lo que quiera que sea lo que envuelva lo que compramos,  de una parte, es un derroche, que además paga el que lo compra, no nos engañemos, y de otra supone incrementar el esfuerzo para la recuperación del residuo. Mal por ambos lados.

Si el embalaje es poco ecológico, y no sólo en su composición, sino también en su producción, distribución o forma de reciclado, estamos en las mismas.

Los envases siguen un ciclo que se perfecciona en un círculo. Crear, usar, recuperar, reciclar y poner el círculo de nuevo en marcha. Cuanto más queda por el camino, peor lo estamos haciendo.

De nuevo la eficiencia. Sumando los esfuerzos que hacen falta para obtener la materia prima para hacer el embalaje, transportarlo, usarlo, recuperarlo y volver a ponerlo en la cadena, el valor mínimo es la eficiencia.

Completar el círculo tiene una traducción también doble. La garantía de no dejar huella física en el medio ambiente y la oportunidad de restar un coste innecesario para el que compra, el que produce y todos los que estamos envueltos (nunca mejor dicho) en ello. Consumidores incluidos.

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Sostenibilidad a todos los niveles

LA SOSTENIBILIDAD EN EL PACKAGING

Por supuesto, de algunos materiales para embalaje, ¡ niiii pensar !, que diría mi amigo Óscar el argentino, como los rellenos de poliespán o los retractilados de plásticos de hidrocarburos. Veamos como ejemplo el cartón. Una pincelada.

Origen reciclado, suma. Producción nueva, resta. De bosques sostenibles, suma. De origen incierto, resta. Fabricado sin químicos, en plantas con depuradoras, suma. Proveniente de instalaciones obsoletas, sin control medioambiental, resta. Elaborado de proximidad, suma. Importado desde el otro extremo del planeta, resta. Con tintas solubles, o sin ellas, suma. Impreso con barnices, estucados, o plastificados, resta. Y sigue. Y sigue. Y sigue.

Suma sostenibilidad y resta comportamientos nocivos. Sostenible es mantener bosques en continuo crecimiento para reponer los que se necesitan. También minimizar la huella de carbono en la producción y transporte, cómo no. Menos peso y menos volumen. Por supuesto, evitar lo innecesario. Y sigue. Y sigue. Y sigue.

Imagen que contiene piano

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No todo es lo que parece. Menos puede ser más.

LAS PARADOJAS

La eficacia ineficiente y la ineficacia eficiente.

Algún trabalenguas es más sencillo que la frase anterior, lo reconozco.

Por definición eficaz es lo que cumple con su cometido, y eficiente es lo que minimiza los recursos necesarios para algo.

En los envases se dan también casos de eficacia ineficiente, como los botes de plástico de un solo uso, que sirven para lo que se quiere, pero suponen un coste agregado (huella de carbono, materias primas, energía, residuos, contaminación…) inadmisible.

Visto desde la otra parte de esta frase palíndromo, ineficacia eficiente es el colmo de los colmos. Es el caso de la forma de trabajar de ciertos países asiáticos. Si el precio no te sirve, bajamos la calidad, y, aunque no sirva de nada, es “balato, balato”.

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Lo digas como lo digas, en el packaging menos es más

Cuando menos es más.

Este es el punto crítico. Menos es más. Y parece mentira, pero es.

Pongo como ejemplo los envases de Hinojosa en Aldeamayor. Todo su empeño traducido en minimizar el grosor de la capa plástica protectora indispensable, sobre un soporte de celulosa. Un 90% menos que el clásico. Mi aplauso para ellos. Hacen falta más de 11 envases de los nuevos para llegar al derroche de uno de los anteriores, y, además, siguen cumpliendo su función a la perfección.

¿Para qué queremos un triple envoltorio? Lo de los huevos del principio: cartón, plástico de la tapa y retractilado. No tiene sentido.

Menos es más. Sí. También cuenta para las reutilizaciones de los envases, cómo no. Otro ejemplo, el de las cajas de Lidl o Carrefour (publi gratis, ¿eh?). Qué mejor uso para el cartón en el que se han transportado los botes de tomate, que servir para meter los productos que nos llevamos a casa. Más usos para el mismo embalaje son menos embalajes. Las cajas vacías las dejan a mano para que se puedan reutilizar. Bien hecho.

Tal vez es el momento de dejar de dorar la píldora e implicarnos. Únete al menos es más. Asegúrate de que lo que compras tiene detrás conciencia y responsabilidad.

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