ARTESANOS AUTÉNTICOS
En un viaje que hicimos hace al menos tres quinquenios a Marruecos vimos cómo los artesanos en locales diminutos y mal iluminados se afanaban en darle brillo a bandejas metálicas y tallaban a mano con destreza bloques de madera con figuras geométricas interminables.
El curtido de la piel, la soldadura de metales preciosos, el bruñido y repicado de las teteras inundaban un ambiente, por otra parte, repleto de movimiento de cosas y personas y del bullicio típico de los árabes y el sonido de sus herramientas en acción.
La habilidad desarrollada a base de horas de entrenamiento es la clave del trabajo que realizan los artesanos. Cultura y riqueza etnológica, esas son las reseñas de la artesanía.
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ESPAÑA
Poco a poco, sin embargo, se han ido perdiendo artesanos auténticos en nuestro entorno. El hecho de que en aquel viaje nos llamara la atención esa algarabía habla por sí mismo.
La famosa globalización campa a sus anchas, y es fácil caer en las garras del consumo de productos estándar de baja calidad, precio reducido y con aporte manual despreciable.
Por otro lado, los apasionados del trabajo bien hecho se siguen entregando en cuerpo y alma a la producción artesana de productos en los que dejan su experiencia y dedicación.
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PRESENTE Y FUTURO
Entre los productores Deproximidad muchos son maestros artesanos, para nuestro orgullo.
La producción local artesana fija población, mantiene la herencia cultural y nuestra riqueza histórica tradicional.
Décadas de trabajo se aportan a cada artículo. Alfarería, carpintería, y cómo no, elaboraciones tan singulares como las de los quesos, el chocolate o la recolección de miel, entre otros.
Apreciar el buen gusto por los detalles es la clave. La atención que se ha ido imprimiendo sobre la decantación de la miel, en el tueste y receta del chocolate o el volteo y cuidado de la superficie de los quesos a lo largo de su curación, es un valor muchas veces intangible que afortunadamente desde hace unos años volvemos a recuperar.
Cada queso artesano es una obra única en sí misma. El maestro alfarero toma la pella de barro y la cuida como si de vástago propio se tratara, hasta que logra que evolucione y emerja en una pieza increíble. El confitero pone sobre cada pasta, en cada fruto seco garrapiñado, no sólo y, sobre todo, materias primas excelentes, sino su habilidad única para elevarlas a una categoría superior.
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¿Y?
Podemos vendernos al mejor postor, ceder en el esmero, con la confianza de atrapar ventas sin personalidad, o bien entregarnos para hacer lo mejor. El camino a la excelencia está plagado de obstáculos, pero la auténtica artesanía no tiene disfraz. El trabajo hacia la perfección no da lugar al descanso.
¿Seremos capaces de cuidar de nuestros maestros? ¿Tiene cabida todavía en nuestra sociedad el valor del esfuerzo, el retorno por las habilidades de los artesanos?
Nosotros estamos convencidos de que sí.
«Maestro Artesano«, Juan Laguna, esa mano envuelta en barro lo dice todo.
«DO IT RIGHT«, Puchero.
«Manjares elaborados con mimo«, Clauval.
«Excelencia en Alimentación«, Deproximidad.